sábado, 28 de febrero de 2009
La escalera de los muertos
Luis Carlos Aguirre
En la escalera
se esparcen los cuerpos
muertos
entre los que camina
un muerto que sonríe.
No hay vino
que no contenga sangre
de cristos o barrabases
en los banquetes
del final del tiempo.
Los insectos de Kafka
y las ciudades de Rimbaud
adornan las carreteras
que, peaje por medio,
conducen al paraíso.
(Rondar por los Andenes, 2004)
Luis en buhardilladejose en red
Poeta en Buenos Aires
Carlos Barbarito
Como una sombra derrumbada,
en la insondable oscuridad de la noche,
busco una campanada,
una voz,
algo que me arranque de esta cruz
y me ponga en algún lugar, lejano e infinitamente verde.
Sucede que me he cansado de ser el mismo.
Sucede que me he cansado de rodar,
de arrastrar la pesada carga del hombre;
hastío, deseperación, impotencia
y pálidos anhelos sin esperanzas.
Sólo quiero escapar de este sitio
de estaciones, marquesinas y hombres derrotados.
Hoy deambulo entre los despojos y los recuerdos,
sólo como un lucero,
cruzo callejas ahumadas, hospitales, tiendas
y baldíos dominados por los perros.
En las terrazas hasta las ropas
lloran pesadas lágrimas de lavandina y desolación.
(Poeta en Buenos Aires, Ediciones La Cebra Dormida, 1979)
En Red de Escritores Datos de Carlos
Como una sombra derrumbada,
en la insondable oscuridad de la noche,
busco una campanada,
una voz,
algo que me arranque de esta cruz
y me ponga en algún lugar, lejano e infinitamente verde.
Sucede que me he cansado de ser el mismo.
Sucede que me he cansado de rodar,
de arrastrar la pesada carga del hombre;
hastío, deseperación, impotencia
y pálidos anhelos sin esperanzas.
Sólo quiero escapar de este sitio
de estaciones, marquesinas y hombres derrotados.
Hoy deambulo entre los despojos y los recuerdos,
sólo como un lucero,
cruzo callejas ahumadas, hospitales, tiendas
y baldíos dominados por los perros.
En las terrazas hasta las ropas
lloran pesadas lágrimas de lavandina y desolación.
(Poeta en Buenos Aires, Ediciones La Cebra Dormida, 1979)
En Red de Escritores Datos de Carlos
jueves, 26 de febrero de 2009
NATURALEZA MUERTA
Daniel Eduardo Serra
Los iraquíes tienen la frente arriba.
Debajo tienen los ojos,
una nariz y una boca.
Tienen pecho y espalda.
Ombligo.
Pene y vagina según corresponda,
a la vuelta tiene culo.
Y también dos piernas
con pies que caminan milenios.
Última-mente este que sería un Cuerpo
se halla desparramado esquivando bombas
en fragmentos posmodernos:
un brazo ahí, una pierna allá
y los ojos contemplando
la bendición del Eje del Bien;
del mandato del último dios
de Occidente
que con misericordia
los llena de gracia
con una lluvia de balas & misiles
tan bienaventurada que Alá
se hizo pastor evangelista
y peregrina
repartiendo Coca Colas
rumbo a la Meca Mc Donalds.
Los iraquíes tienen la frente arriba.
Debajo tienen los ojos,
una nariz y una boca.
Tienen pecho y espalda.
Ombligo.
Pene y vagina según corresponda,
a la vuelta tiene culo.
Y también dos piernas
con pies que caminan milenios.
Última-mente este que sería un Cuerpo
se halla desparramado esquivando bombas
en fragmentos posmodernos:
un brazo ahí, una pierna allá
y los ojos contemplando
la bendición del Eje del Bien;
del mandato del último dios
de Occidente
que con misericordia
los llena de gracia
con una lluvia de balas & misiles
tan bienaventurada que Alá
se hizo pastor evangelista
y peregrina
repartiendo Coca Colas
rumbo a la Meca Mc Donalds.
Recuerdo
Daniel Rafalovich
Recuerdo
cuando a esta tierra
llegaron pioneros.
Bravíos, lúgubre su gesto
seguidos por impasibles teutonas.
Ellas labraban
delicadas tramas:
macramé y estaño.
Aliñaban extrañas ensaladas
de frutos indianos
y someros pasteles alcanforados.
Ellos ordeñaban bóvidos variados.
Araban hasta que el sol carmesí
abandonaba el gran oriente.
Los niños lentamente silabeaban
balbuceantes palabras
de su lengua reciente.
Jugaban desnudos,
sin tocarse,
complicados juegos cisalpinos.
Y al caer la noche
bajo el implacable resplandor
de un satélite amarillento
rezaban (en torno a la mesa
atestada de legumbres, licores florales
y mariposas negras)
un perimido breviario anabaptista.
Luego la tarea más dura era del sueño
(también del mío).
Aunque el de ellos, justo es decirlo,
era mucho mas pecaminoso.
lunes, 23 de febrero de 2009
sábado, 21 de febrero de 2009
Jardineros de la mente
Rubén Vedovaldi
Imaginemos que un día clarea
y la marea del mundo es distinta
imaginemos que un trébol reparte
sobre los cuatro vientos sus semillas
imaginemos que el cielo comparte
parte por parte este sueño y deseo
y que a la mesa del hombre se sientan
la sed y el hambre de todos los tiempos
imaginemos
manos del hombre para levantar una casa
casa del hombre para levantar su esperanza
manos hermanas para desandar la asechanza
imaginemos que riegan al hombre
para que brote su estrella de fuego
y que en su casa florecen hermanos
todos los hijos de todos los cielos
imaginemos que un canto nos cuenta
que la tormenta alimenta su aurora
sobre los cinco frentes de esta guerra
el rostro de otro planeta se forma
imaginemos que en un canto nos cuenta
que la tormenta alimenta su aurora
sobre los cinco frentes de esta guerra
el rostro de otro planeta se forma
imaginemos que un sueño transforma
la pesadilla que muerde los cuerpos
imaginemos al mundo en las calles
para el desfile de sus jardineros
Enlaces
Vedovaldi en Poetasalvolante
Vedovaldi en Lexia
Imaginemos que un día clarea
y la marea del mundo es distinta
imaginemos que un trébol reparte
sobre los cuatro vientos sus semillas
imaginemos que el cielo comparte
parte por parte este sueño y deseo
y que a la mesa del hombre se sientan
la sed y el hambre de todos los tiempos
imaginemos
manos del hombre para levantar una casa
casa del hombre para levantar su esperanza
manos hermanas para desandar la asechanza
imaginemos que riegan al hombre
para que brote su estrella de fuego
y que en su casa florecen hermanos
todos los hijos de todos los cielos
imaginemos que un canto nos cuenta
que la tormenta alimenta su aurora
sobre los cinco frentes de esta guerra
el rostro de otro planeta se forma
imaginemos que en un canto nos cuenta
que la tormenta alimenta su aurora
sobre los cinco frentes de esta guerra
el rostro de otro planeta se forma
imaginemos que un sueño transforma
la pesadilla que muerde los cuerpos
imaginemos al mundo en las calles
para el desfile de sus jardineros
Enlaces
Vedovaldi en Poetasalvolante
Vedovaldi en Lexia
miércoles, 18 de febrero de 2009
La memoria no nos pertenece
Daniel Mourelle
Una sombra nos habita y la usurpa
planta en ella sus recuerdos
y el tiempo nos convence
finalmente
de que son nuestros
Asustados — los personajes se detienen — en guardia
Pero no hemos vivido aquellas escenas
tramos de película
pantallazos de color que nos deslumbran
rostros de actores y actrices que atropellan o mueren
se aman o se despiden
Hasta que el usurpador
un día
aparece en el espejo — y nos damos cuenta
de que planea quedarse con lo nuestro
con el cielo — con el parque
Una mirada puede advertirnos
parpadeo que sabe y nos hace la señal
Entonces — el mar se vuelve — lo mismo que la sal
el ocaso
las huellas en la arena
Y junto con el aviso
reconocemos que no alumbra el mismo sol
que el pueblo también ha cambiado
y — al amparo del verano
otra historia se remonta
Así — en un alarde
con el justo redoble de la cuerda
nos adueñamos — por fin — del usurpador
Datos de Daniel Mourelle
Evidencias del son olvidado
Una sombra nos habita y la usurpa
planta en ella sus recuerdos
y el tiempo nos convence
finalmente
de que son nuestros
Asustados — los personajes se detienen — en guardia
Pero no hemos vivido aquellas escenas
tramos de película
pantallazos de color que nos deslumbran
rostros de actores y actrices que atropellan o mueren
se aman o se despiden
Hasta que el usurpador
un día
aparece en el espejo — y nos damos cuenta
de que planea quedarse con lo nuestro
con el cielo — con el parque
Una mirada puede advertirnos
parpadeo que sabe y nos hace la señal
Entonces — el mar se vuelve — lo mismo que la sal
el ocaso
las huellas en la arena
Y junto con el aviso
reconocemos que no alumbra el mismo sol
que el pueblo también ha cambiado
y — al amparo del verano
otra historia se remonta
Así — en un alarde
con el justo redoble de la cuerda
nos adueñamos — por fin — del usurpador
Datos de Daniel Mourelle
Evidencias del son olvidado
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